viernes, 14 de agosto de 2009

Fuera de lugar

Estaba caminando entre las sombras cuando el viento paró de soplar, apabullando hasta el más remoto ruido. El tiempo volvía a quedar atrás y la noche se ocultaba tras el mar. Peces muertos salían del agua mirando hacia el horizonte, buscando oro puro. Todos llevaban cruces de cristal colgadas en la aleta pectoral.
Diez seres vivos rondaban el lugar, los peces multiplicaron sus cruces agregando pan - ironía -, corrieron tras el primer ser, cubrieron sus ojos y abrieron el cráneo. El oro brillaba, brillaba y los cegaba, pero mirando hacia otro lugar clavaron su cruz sentimental, matando el eterno brillo sin igual.
Rocas y árboles se venían abajo, lograron apagar a todos. El mundo entero dejó de brillar, para caer en una decadencia sin igual.
Los peces volvieron al agua y se los devoró el mar, el día volvió, pero no estaba ese brillo en sus ojos, no deseaban vivir, descubrir, ni considerar la existencia como algo digno sin magia; porque ese sector del cerebro ya no estaba allí.

1 comentario:

  1. Ché, ¿y la virgen adónde está? ¡Hereje!
    Aunque fue tremendo desvarío lo tuyo, le encuentro mucha profundidad.
    La verdad, me gustó mucho.
    Sobre todo el final, cuando se apaga la razón de la existencia de los peces. Sin dudad no olvidable en poco tiempo :P

    Ahrré jakjakjakajka

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